Torres que crecen a lo alto, aprovechando el terreno siendo en su base modestas para levantarse gigantes.
Torres que debuelben la esperanza de un mundo mejor, de poder cambiar aquello que nos hace bulnerables, pequeños, indefensos, llenos de defectos, y de imperfecciones, llenos de instintos que destruyen todo lo que hay de noble en nuestra naturaleza.
Lo que no es natural al hombre quizás son sus instintos esos que lo hacen pequeño insignificante comparado a la tierra del desierto.
Si fortaleza es su espíritu lleno de ilusión, de lucha, de inquietudes, de superación constante y búsqueda del infinito.
Ese hombre que mira a las profundidades del los confines que no atisba a alcanzar por no confiar en lo grande que puede llegar a ser.
No hay comentarios:
Publicar un comentario